sábado, 1 de septiembre de 2007

China, ese gran desconocido


Acabo de volver de mis vacaciones por China. Es la segunda vez que viajo por este gran país (grande en extensión y por el poder económico que representa), por el que siento una creciente curiosidad y una mezcla de admiración y rechazo. Admiración por su increíble pasado y por la evolución que le está llevando a convertirse en la gran potencia del siglo XXI y rechazo por su desprecio a los derechos humanos más elementales, y por el poco aprecio que parecen sentir los chinos por sus semejantes (más detalles otro día).

A lo largo de una serie de posts voy a transmitiros una serie de reflexiones sobre el dragón asiático y la actitud de nuestra sociedad occidental y nuestros empresarios ante este país y su vertiginoso crecimiento que, como todo en la vida, supone tanto una amenaza como una oportunidad.

Cuando todo el mundo habla de China y del lugar que ocupa en la economía mundial, lo primero que sorprende es lo poco que sabemos sobre este país y su gente, que representan el 20% de la población mundial. Se dice pronto, pero 1 de cada 5 personas del planeta es china, y tiene una visión del mundo completamente distinta de la nuestra. Cuando la UE tiene una población de unos 450 millones, y EEUU y Canadá suman unos 330, el mundo “occidental” desarrollado, en el que podemos incluir Australia y Nueva Zelanda (que me perdonen los lectores latinoamericanos) con unos 820 millones de habitantes, no representa ni un 15% de la población del planeta, y sin embargo pretendemos marcar el rumbo del mundo sin tener en cuenta los intereses y opiniones de la basta mayoría de sus habitantes.

Parece una reflexión gratuita, una perogrullada, pero cuando hablas con la gente da la sensación de que Asia no existe. ¿Quién marca en esta economía globalizada los libros que se leen, la música que escuchamos, las películas que vemos o los patrones de la moda? No es Asia, me temo, y sin embargo suponen más de la mitad de la población.



Y digo que los ignoramos por lo poco que sabemos de ellos y el poco interés que mostramos, dada la gran diferencia que existen entre nuestras culturas. Me diréis que la música, el cine y la literatura está dirigida por el mundo anglosajón, y es cierto, pero yo voy más allá, pues no nos cuesta aceptar Harry Potter, el Señor de los anillos o Madonna, como algo propio, porque nosotros formamos parte de ese mundo occidental, pero sin embargo no conocemos a Jay Chow ni hemos hablar de Wang Lee Hom, quienes llenan más conciertos que Julio Iglesias en sus mejores momentos.

Lo curioso es que ni les conocemos ni nos importa, por que no les entendemos. No es nuestra cultura. Curioso, gusta Britney Spears, aunque no sepas inglés, y no gusta Jay Chow, que es igual de empalagoso. ¿por qué?

No tengo la respuesta, pero sospecho que es porque nos creemos el ombligo del mundo. Por “nos” me refiero a Occidente. Nos creemos la cuna de la civilización (aunque surgiera en oriente medio) y con derecho a marcar el ritmo al que deben bailar el resto de las culturas ajenas a la nuestra. Lo malo es que somos minoría y nos estamos anquilosando y acomodando en nuestro alto nivel de desarrollo, mientras que la gran mayoría que vive en Asia, tiene unas ganas increíbles de superarse, de crecer y convertirse en una gran potencia.



6.300 millones de habitantes, y solo la India y China representan más de un tercio de la población mundial, ¿verdaderamente pretendemos pensar que somos el centro del mundo? ¿cuándo nos daremos cuenta que Occidente no va a dirigir este mundo globalizado por más tiempo? Me imagino que tarde. Lo malo es que a pesar de los intentos de imitación y adaptación a los valores culturales de los occidentales por parte de los asiáticos, acabaremos llegando a una polarización cultural, entre Oriente y Occidente, y la balanza del poder se acabará inclinando hacia Oriente a medida que vayan ganando más poder económico y político.



No hay comentarios: