miércoles, 7 de noviembre de 2007

La cultura del vino

El otro día hablaba con mi amigo Jorge, que está haciendo un curso de cata de vinos, sobre el esnobismo que hay alrededor de la cultura del vino, similar a la que hay alrededor del arte.

Resulta gracioso ver cómo la gente trata de hacerse el interesante describiendo olores que no llega a detectar, repitiendo como un papagayo la ficha de cata que ha leído en alguna revista.

La mayoría de los profanos en la materia, entre los que me incluyo, no tenemos el vocabulario ni podemos distinguir la mayoría de los olores que nos dicen (en uno de los cursos de cata que he asistido, el tutor decía que en cierto vino distinguía aromas de enaguas de monja. No me preguntéis porqué, pero determinados matices de lavanda él los llamaba enaguas de monja, y la verdad es que nos reímos un montón. ¿Y qué decir cuando alguien califica un aroma como pis de gato y encima dice que el vino no es malo?)

En el tema del vino concurren, a mí entender, 2 factores:

1. por un lado no tenemos el vocabulario que se requiere para poder distinguir la miríada de aromas que describen un vino. Por eso tenemos que usar símiles que nos recuerdan a ese mismo aroma, y hablamos de aroma de grosella o frutos del bosque para describir un tinto, o de hinojo o pomelo para un blanco, y los clásicos aromas de regaliz, vainilla o café para describir los matices aportados por la madera al vino. (Eso no explica por qué aquel tutor asociaba los matices de lavanda a las enaguas de una monja, pero bueno. Lo extraño es que no fuera más preciso y no nos dijera la edad de la monja y la orden a la que pertenecía)

Lo complicado, en mi opinión, más que encontrar y distinguir esos matices (harto difícil si tenemos en cuenta que al vino no se le echa ni tiene ese regaliz o café que detectamos) es ponerle nombre, y para eso uno necesita una buena memoria olfativa, algo que se puede educar.

2. Y por otro lado hay otro factor no menos importante, el esnobismo que hay alrededor de la cultura del vino, lo que provoca que haya gente que para darse aires de importancia se memorice fichas de cata para repetir delante de su pequeña audiencia olores y matices que no siente.

He visto gente que al leer la etiqueta de un vino te cuenta que tiene matices de no se qué o no se cuantos porque es merlot o tempranillo, sin tener en cuenta que muchos de los matices te los da la tierra, no la variedad de uva, de ahí la diferencia entre un cabernet sauvignon somontano de otro de toro o del penedés.

Pero bueno, aun así, si os interesa la cultura del vino, os recomiendo hacer un curso de cata. Es muy interesante y te abre mucho la mente sobre la cultura del vino, quitándote prejuicios y enseñándote a valorar vinos de denominaciones de origen que no había oído nombrar, y a apreciar determinados vinos jóvenes sobre otros de crianza.

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