domingo, 4 de noviembre de 2007

La injusticia de la Bolsa con las empresas

En uno de los artículos de McKinsey a los que me referí anteriormente un experto en Estrategia hace una reflexión sobre lo injusta que puede llegar a ser la Bolsa con las empresas, dado que el mercado no valora a las empresas por su resultado (performance) si no por sus propias expectativas. Para explicar este concepto realiza el siguiente símil. Si uno es profesor y decidiera realizar a primeros de curso una expectativa de las notas que sacarán sus estudiantes en base al rendimiento de otros años o a su CI o su capacidad innata, podría determinar que sobre 10 un alumno debería sacar 5 y otro 8. Si en un examen el alumno del que esperabas un 5 saca un 6, significa que ha mejorado un 20% respecto a lo esperado, lo que en bolsa provocaría que subieran las acciones de ese alumno. Por el contrario, si el alumno del que esperabas un 8 saca un 7, como ha sacado menos de lo que esperabas el mercado le penalizaría. Lo curioso es que el del 7 ha obtenido un mejor resultado que el del 6, pero mientras que este último ha superado las expectativas que había sobre él, el anterior no ha llegado.

Interesante analogía. El académico remata diciendo que si al del 6 le pusiera un sobresaliente por haber superado con creces las expectativas creadas sobre él y al de 7 un insuficiente por no llegar a su potencial, se le trataría de injusto, de ahí que determine que el mercado es injusto.

¿Y qué tiene que ver esto con la estrategia? Básicamente dice que los directivos de las empresas deben ser conscientes que el comportamiento del valor de su acción en la bolsa no tiene nada que ver con el resultado de las acciones realizadas en el pasado, sino con las expectativas de un montón de inversores y especuladores, por lo que debe centrarse más en la gestión de la empresa que en distraerse por los vaivenes de su acción. No sé si he entendido del todo el mensaje, pero yo lo ligo directamente con otro post que publiqué sobre la dictadura del quarter, en el que remarcaba que la gestión de muchas empresas que cotizan en bolsan estaba más orientada a la imagen que generan en el mercado que a la propia marcha real de la empresa, algo que es contraprudecente en el largo plazo.

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